Herramienta formativa Diseño e imagen para establecimientos turísticos

Herramienta formativa Diseño e imagen para establecimientos turísticos, realizada por la Confederación de Empresarios de Málaga y cofinanciada por la Junta de Andalucía y el Fondo Social Europeo
 

 


Actualización de espacios. Rehabilitación y recuperación

2. Nuevas necesidades, nuevos espacios. La cultura del ocio

Se podría decir que en la actividad turística convergen varios campos que interactúan entre sí al mismo tiempo: sanidad, medio ambiente, ingeniería y diseño; junto a los propios del turismo: hostelería, actividades lúdico-deportivas, actividades culturales, información turística, servicios turísticos; intermediación, etc., que componen un todo integral que deberá interpretarse correctamente.

Una adecuada optimización de los recursos en el destino, la definición de un plan de trabajo que unifique y coordine los diferentes elementos que intervienen en el desarrollo, y especialmente, la adecuada planificación de sus estrategias de marketing, pueden suponer la diferencia para obtener un producto competitivo y perdurable en el tiempo.

Destacar, dentro de los agentes que conforman el sistema turístico, el capítulo de infraestructuras. Por definición, es aquel que presta los servicios básicos o de apoyo al sistema turístico. La infraestructura sirve también, en la mayoría de los casos, para la gestión de otras actividades económicas, además de resultar imprescindible para satisfacer las necesidades sociales (redes de comunicación, aeropuertos, etc.).

En la actualidad, la creciente competencia, la aparición acelerada de nuevos mercados competidores, productos sustitutivos y tecnologías, provoca que agentes turísticos públicos y privados sean cada vez más competitivos y dinámicos para entender sus nuevos entornos y posicionamientos, tratando de llevar a cabo las acciones necesarias para aprovechar las oportunidades presentes y evitar los peligros futuros.

Por otro lado, el turismo como actividad económica, pero también como fenómeno y práctica social, integra modos singulares de actuación que afectan al territorio y determinan el resto de actividades de la zona.

Por todo ello, el gestor del espacio turístico, ahora más que nunca, debe ser consciente de las nuevas necesidades de su entorno, de su sector de usuarios y de la demanda de estos, y diseñar un plan de gestión que pasa, obligatoriamente, por adecuar dicho espacio y entorno para cubrir tales necesidades.

Para hacer frente a todos estos retos, y a la hora de llevar a cabo estos procesos de adecuación, es necesario elaborar un plan de optimización y, en consecuencia, plantear las siguientes cuestiones: ¿qué demanda el nuevo turismo y la cultura del ocio?, ¿qué nuevas necesidades plantea?, ¿cómo se puede adecuar el establecimiento?

Por tanto, es la demanda otro de los agentes fundamentales de análisis, constituida por los turistas, los individuos en sí y sus necesidades físicas, culturales, espirituales, etc.

La demanda turística, en relación con los individuos, está compuesta por los turistas que habitan en el país y los residentes en el extranjero. La demanda de necesidades físicas se refiere a la satisfacción fisiológica, como comer o dormir, y a las espirituales, intelectuales, etc.

Tal y como señaló Fernando Vera (profesor universitario y experto en turismo) en 1997: "Los destinos turísticos se pueden entender como un espacio para el consumo con una determinada imagen de simbolismo social. En estos, los visitantes pueden disfrutar de servicios y adquirir productos materiales, donde el contexto de una mejor o peor organización transmitirá una percepción de calidad concreta".

A partir de esta visión, los destinos turísticos son, fundamentalmente, todos aquellos que se encuentran vinculados a la existencia de algún recurso natural específico, y que se han ido desarrollando mediante la utilización intensiva del territorio, entendiéndose este como un bien de fácil y libre acceso.

La cuestión es cómo mantener estos recursos naturales, cómo potenciarlos y, por tanto, cómo hacerlos sostenibles. A grandes rasgos este aspecto es el que determina la nueva cultura del ocio.

La OMT define como turismo sostenible aquel que se orienta a satisfacer las necesidades de los turistas actuales, lo que genera ingresos de bienestar social en el destino y, a la vez, permite conservar los recursos y garantizar la continuidad de las ofertas y de las actividades a largo plazo.

Sin implicar innovaciones radicales, el concepto de sostenibilidad supone una mayor valorización y, en cierta manera, una reorientación de la planificación y la gestión turística.

Resulta evidente, desde hace años, que el aumento de las actividades turísticas y el uso intensivo del territorio han generado, al mismo tiempo, un importante debate respecto a su evolución dentro del concepto de sostenibilidad.

Así, es imprescindible una reflexión acerca de lo anteriormente expuesto, en tanto que debe ir perfectamente ligado al concepto de equipamiento e instalaciones. Estos deben constituirse como el conjunto de establecimientos especializados en la prestación de servicios turísticos y las instalaciones que los apoyan. De este modo, se pueden clasificar en:

Los destinos turísticos se pueden entender como un espacio para el consumo. La cultura del ocio ha propiciado espacios para el descanso y la diversión intentando resolver una demanda cada vez más diversificada. El turismo de sol y playa se renueva y amplía pero, además, lo hace adecuando espacios cada vez más cuidados y aportando a su oferta una imagen de calidad e integración con el medio ambiente, favoreciendo un mayor desarrollo sostenible.

Sin implicar innovaciones radicales, el concepto de sostenibilidad supone una mayor valorización y, en cierta manera, una reorientación de la planificación y de la gestión turística. La adecuación de espacios y la ampliación de ofertas más especializadas son claves, junto al cuidado de la imagen de los establecimientos, para un turismo de futuro.

Resulta evidente, desde hace años, que el aumento de las actividades turísticas y el uso intensivo del territorio han generado un importante debate frente a los recursos naturales.

2.1. La cultura del ocio.

Convendría precisar, como señala el especialista Martínez Cassinello en su artículo La cultura del ocio como factor de cambio intergeneracional (2007), que únicamente se puede hablar de la sociedad del ocio, en el contexto de la sociedad postindustrial.

En la sociedad industrial es cuando se produce la separación entre trabajo y ocio, elevando este último a la categoría social, para que, en la actualidad, la sociedad postindustrial la haya convertido, paulatinamente, en un principio angular de la cultura occidental y contemporánea.

La sociedad industrial está centrada en el trabajo y en la sociedad postindustrial cobra mayor importancia el ocio. Esta nueva sociedad del ocio está marcando y fomentando un estilo de vida y un tipo de ciudadano, de tiempo libre en las sociedades modernas, con peculiaridades que se presentan como distintos procesos que se están reformando en los últimos años y que apuntan a los rasgos definitorios del ocio y de la vida social del futuro.

La llegada de la sociedad postindustrial, tal y como la define el sociólogo y profesor emérito de la Universidad de Harvard, Daniel Bell, en su obra El advenimiento de la sociedad postindustrial (1973), ha traído aparejada no solo la preeminencia del sector servicios como sistema de producción, sino también otros elementos colaterales como consecuencia de este cambio social en el contexto de las sociedades altamente desarrolladas; el ocio es, por tanto, uno de ellos.

A partir de aquí, se debería analizar el cambio de los valores en relación con el ocio, y el cambio que, consecuentemente, se produce entre la población joven y adulta en la sociedad, particularmente en la comunidad andaluza, donde se ha vivido una tendencia marcada por el cambio social.

A través del concepto de estilo de vida se trata de asumir la influencia de las ideas y las imágenes, pero no solo de los factores socioeconómicos hacia los comportamientos de la vida cotidiana.

El descubrimiento de estilos de vida pone de manifiesto que, unido al nuevo protagonismo del tiempo de ocio, surgen nuevas pautas de comportamiento, nuevas demandas que satisfacer pasando por un cambio de ofertas, una remodelación de espacios, y, en definitiva, un proceso de rediseño frente a nuevas demandas y nuevos perfiles de usuarios.

Así, destacarían en este sentido los siguientes aspectos:

  • Democratización y generalización. La extensión del ocio a todas las capas sociales y a todo orden, ya sea de edades, sexo o condición social, se convierte en una reivindicación generalizada para cualquier persona que reclame su espacio y tiempo, dedicado a otras actividades que en principio le supongan algún tipo de satisfacción.
  • Diversificación e individualización. Como consecuencia de la democratización del ocio, hacen su aparición nuevas prácticas y modelos que conducen a la segmentación de las formas de ocio. Así, la diversidad de formas de ocio con las que especialmente algunos grupos se identifican obliga a cierta exclusividad en las mismas, propias de estilos de vida particulares y, lógicamente, exclusivas también. Es decir, son aquellas que responden a necesidades individuales.
  • Tecnología y globalización. Las nuevas tecnologías del ocio abren la perspectiva de servicios y prestaciones que pueden llegar a un número creciente de usuarios, ofreciendo innumerables posibilidades. Estas suponen una herramienta multidisciplinar que afecta a los responsables de gestión turística, como elemento dinamizador, herramienta de diseño y actualización de espacios, búsqueda y referente de nuevas ofertas y modelos de gestión y servicio y actualizador de tendencias; y a los agentes captadores de nuevos usuarios, probablemente una de las mejores herramientas que acercará de una manera más eficaz al problema y a la vez a la solución del establecimiento.
  • Dualización de perfiles. Analizar los sectores básicos de población dentro del contexto de la nueva cultura del ocio es también un análisis ineludible de cara a afrontar la imagen del establecimiento.

El tiempo libre o de ocio se va configurando en la sociedad en dos grupos bien diferenciados. Probablemente, según señalan los especialistas, esta diferenciación nunca fue tan acusada. Así, están por un lado aquellos colectivos con una gran cantidad de tiempo libre (población desempleada, jubilados, etc.) pero de escasos recursos o escasa motivación; y, por el otro, aquellos que poseen los niveles culturales y educativos y los recursos para disfrutar de un ocio de nueva generación, pero que no disponen del tiempo necesario.

Esta división hace reflexionar sobre las diferencias en el consumo del ocio y, consecuentemente, en afrontar la oferta y la imagen del establecimiento, dando cabida a ambos perfiles en cada caso. De nuevo, se concluye que el éxito dependerá, en parte, de la especialización y diferenciación.

El nuevo consumo de ocio ha provocado un rediseño en actividades culturales y deportivas. La búsqueda de la diferenciación y especialización de las ofertas, así como los diferentes perfiles o grupos de turistas han incidido especialmente en estas variables.

En este sentido, la recuperación o creación de espacios expositivos y grandes museos de arte contemporáneo, suponen una oferta cultural para un público ávido de este tipo de actividades y exposiciones. Tanto es así, que en los últimos años se han generado importantes políticas de préstamos entre instituciones, creando interesantes circuitos de arte.

En el mismo sentido, eventos musicales, grandes festivales y certámenes de todo tipo, consolidan esta oferta cultural en auge que se perfila como una modalidad turística en plena expansión y consolidación.